#91 barrotes
(+UN POCO DE HISTORIA: Thunberg vs Tate + 'Camposanto en Colliure', un poema de Ángel González)
He vuelto a escribir después de algún tiempo. Imagino que es una buena señal, un pequeño indicio de estabilidad (relativa) o una muestra de que tengo una paz dentro del fuego interno que vuelve a tomar el control de mis momentos a solas (gracias por volver, amiga).
Este lunes, con algo de suerte y tiempo, lo estreno en el Voz a Voz.
Espero que hayáis empezado bien el año.
Yo no me puedo quejar.
P.
Un poco de historia: Thunberg vs Tate
Hoy os traigo una anécdota más actual de lo normal (o de lo que os tengo acostumbradas).
Para poder narrarla, debo poneros en contexto.
¿Quién es Andrew Tate?
Andrew Tate saltó a la fama como campeón del mundo de kickboxing y por ser concursante del Gran Hermano británico en 2016 (del que fue expulsado tras filtrarse un vídeo en el que golpeaba a una mujer con un cinturón), pero ahora es conocido como un misógino que utiliza las redes sociales para atraer a los jóvenes.
Ha creado una imagen caracterizada por los «valores masculinos tradicionales» (me está dando urticaria escribir esto), vacilando de su colección de coches rápidos y de su gran casa, pero se ha hecho famoso por los numerosos comentarios ofensivos que ha hecho sobre las mujeres. Ejemplos son que las víctimas de violación deben asumir la responsabilidad de sus agresiones, ha cuestionado por qué las mujeres pueden conducir y se ha jactado de cómo golpearía a una mujer si le acusara de ser infiel.
Se mudó a Rumanía en 2017, diciendo que quería vivir en un país donde «la corrupción es accesible para todos» y la policía sería menos propensa a investigar las denuncias de agresión sexual.
Tate acumuló millones de seguidores en Instagram, TikTok y Facebook antes de ser expulsado de las tres plataformas en agosto de 2022.
Vamos, un prenda de esos que ojalá desapareciese sin dejar demasiado rastro.
el 27 de diciembre, ya de vuelta en Twiter, decide escribir a la activista contra el cambio climático Greta Thunberg con este tweet:
“Hello
@GretaThunberg
I have 33 cars. My Bugatti has a w16 8.0L quad turbo. My TWO Ferrari 812 competizione have 6.5L v12s. This is just the start. Please provide your email address so I can send a complete list of my car collection and their respective enormous emissions.”
Básicamente y resumiendo: farda de colección de coches y de lo mucho que contamina, y se ofrece a enviarle los datos de sus “enormes emisiones” a Greta si esta le proporciona un email.
Greta responde:
yes, please do enlighten me. email me at smalldickenergy@getalife.com
“Sí, por favor, ilumíname. Envíalo a energíadepenepequeño@comprateunavida.com”, es lo que Greta (muy acertadamente) le suelta.
La respuesta de Tate no se hizo esperar, envía un vídeo (podéis buscarlo por twitter, no tiene mucha dificultad) en el que sale en bata, en su escritorio repleto de dinero, con un puro, volviendo a fardar de todo lo que le gusta a él fardar.
En cierto momento, en el vídeo, aparecen dos cajas de pizza.
Aquí comienza la magia del misterio y la posible leyenda urbana.
En menos de 24h, Andrew Tate y Tristan Tate (su hermano), entran a prisión en Rumanía (donde estaban siendo buscados por un posible delito de trata de personas). Al parecer, las autoridades rumanas sólo necesitaban una prueba de que ambos estaban en suelo soberano para echarles el guante.
Greta respondió al vídeo con un escueto pero elegante “Esto es lo que pasa cuando no reciclas tus cajas de pizza” (las cajas de pizza del vídeo tenían información en rumano).
Si bien la policía no ha confirmado ni desmentido que las cajas de pizza sean la razón de la redada, hay que reconocer que sería la guinda a un troleo nivel dios que pasará sin lugar a dudas a los anales de la historia.
Ah, por cierto, la mitad de los coches de la colección de la que farda este personaje han sido requisados por la policía bajo sospecha de haber sido adquiridos con dinero proveniente de la trata de personas.
Un mal día para ser un Tate, pero un día maravilloso para el resto de seres vivos.
Camposanto en Colliure
Aquí paz,
y después gloria.
Aquí,
a orillas de Francia,
en donde Cataluña no muere todavía
y prolonga en carteles de «Toros à Ceret»
y de «Flamenco’s Show»
esa curiosa España de las ganaderías
de reses bravas y de juergas sórdidas,
reposa un español bajo una losa:
paz
y después gloria.
Dramático destino,
triste suerte
morir aquí
paz
y después…
perdido,
abandonado
y liberado a un tiempo
(ya sin tiempo)
de una patria sombría e inclemente.
Sí; después gloria.
Al final del verano,
por las proximidades
pasan trenes nocturnos, subrepticios,
rebosantes de humana mercancía:
manos de obra barata, ejército
vencido por el hambre
paz…,
otra vez desbandada de españoles
cruzando la frontera, derrotados
…sin gloria.
Se paga con la muerte
o con la vida,
pero se paga siempre una derrota.
¿Qué precio es el peor?
Me lo pregunto
y no sé qué pensar
ante esta tumba,
ante esta paz
«Casino
de Canet: spanish gipsy dancers»,
rumor de trenes, hojas…,
ante la gloria ésta
…de reseco laurel
que yace aquí, abatida
bajo el ciprés erguido,
igual que una bandera al pie de un mástil.
Quisiera,
a veces,
que borrase el tiempo
los nombres y los hechos de esta historia
como borrará un día mis palabras
que la repiten siempre tercas, roncas.
Ángel González (1925, España)
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